La reducción en la circulación de vehículos y de las producciones industriales provocan una bajada de la contaminación en varios países, como China e Italia. Sin embargo, las consecuencias a largo plazo aún no son claras dado que existen otras partículas contaminantes que perduran más tiempo.
Las imágenes de la agencia espacial de Estados Unidos (NASA) lo dejan claro: en febrero, la concentración de dióxido de nitrógeno (NO2) en el aire cayó dramáticamente en Wuhan, China, el epicentro de la pandemia de coronavirus, pasando de un indicador que solía estar en rojo o naranja a azul.
Pero a medida que China deja atrás el pico más grave de la crisis sanitaria, imágenes más recientes de la Agencia Espacial Europea (ESA, por sus siglas en inglés) muestran un repunte en las emisiones de NO2, partículas producidas especialmente por los vehículos e industrias.
Lo mismo ocurre en el norte de Italia, en cuarentena desde hace días para contener el brote de coronavirus en la región más golpeada del país europeo.
Por su parte, la Agencia Ambiental Europea (EEA) también registra un cambio similar en Barcelona y en Madrid, las dos principales ciudades de España, en aislamiento desde mediados de marzo.
La caída más precipitada en años
“El NO2 es un contaminante de vida corta, con una prevalencia en la atmósfera de alrededor de un día”, explicó a la agencia francesa AFP un integrante del programa ambiental Copérnico de la Unión Europea, Vincent-Herni Peuch. “Como resultado, este contaminante se queda cerca de las fuentes de emisión y puede ser usado como un monitor de la intensidad de la actividad en distintos sectores”, indicó.
En el norte de Italia, la media de la concentración de partículas NO2 “se ha reducido casi a la mitad”, según Peuch.
La caída de contaminantes en el aire es “la más dramática en un área tan grande” en muchos años, según Fei Liu, un investigador de la NASA en el Centro de Vuelo Espacial Goddard. Ni siquiera durante la crisis económica y financiera de 2008 se vivió una caída tan repentina.
Las consecuencias a largo plazo aún son inciertas
Los datos en otros países que también han impuesto confinamientos obligatorios, como Argentina, Bélgica, Francia, Túnez o la región de California en Estados Unidos, aún no están claros.
Sin embargo, los expertos destacan que menos NO2 no implica necesariamente un aire más puro, ya que hay otras partículas contaminantes que duran más en la atmósfera y que siguen teniendo efecto a pesar de la cuarentena.
En París, por ejemplo, se registró un aire “moderadamente contaminado” el pasado viernes a pesar de que el confinamiento ya llevaba en marcha tres días.
“Hay algunas fuentes de emisiones, como la producción de energía y el uso residencial de energía, que no disminuyen de manera marcada cuando más gente se queda en casa”, recordó Peuch. Además, la contaminación del aire también depende del tiempo metereológico, que agrava o alivia la situación.
El experto también valoró que, a lo largo del tiempo, podría verse una reducción de partículas y monóxido de carbono (CO), llamadas PM2.5 y PM10. Son una mezcla de partículas sólidas y pequeñas gotas presentes en la atmósfera.
La exposición a la contaminación a largo plazo puede causar problemas respiratorios o cardíacos crónicos, así como cáncer de pulmón. Además, provocan irritación en los ojos y la garganta, lo que en casos extremos en gente mayor o que sufre de asma puede llegar a causar la muerte. Se calcula que la polución del aire provoca 8,8 millones de fallecimientos prematuros cada año.
La reducción de la contaminación a raíz de la pandemia mundial por el coronavirus podría beneficiar a mucha gente en este sentido, a pesar de que es difícil saber las consecuencias a largo plazo del confinamiento.